martes, 23 de septiembre de 2008

Mitos y Leyendas de la zona norte


El Alicanto



En la zona norte de nuestro país existe un ser mitológico cuyas apariciones son esperadas con ansias por los buscadores de fortunas. Esta criatura es el Alicanto, un pájaro fabuloso que vive entre los cerros de minerales y que se alimenta con oro y plata. Su tamaño es enorme; posee grandes alas de color metálico, un pico encorvado y patas alargadas con grandes garras. Tiene la característica de que sus alas brillan durante la noche. Si su alimento ha sido el oro, lanza reflejos dorados, y si ha sido plata, los destellos son argentados.
Si tiene el buche lleno, no puede volar debido al peso de los metales con que se alimenta, aunque igual se puede esconder si es perseguido, en cualquier recodo o grieta oculta, sin dejar ninguna huella, para decepción de sus perseguidores.
Quienes deciden seguir al Alicanto, con la esperanza de obtener fortuna, ya que es capaz de conducirlos a los sitios exactos donde existen ricos yacimientos o a puntos donde hay algún tesoro enterrado, no deben ser advertidos por este. Si así ocurre, desorientará al minero caminando a veces lento, a veces rápido, o desaparecerá y reaparecerá, hasta que finalmente le arrojará una luz fuertísima que lo traspasará, encegueciéndolo en medio de un camino o al borde de un precipicio. Solo una plegaria a la Virgen de Punta Negra le puede indicar al infortunado la ruta de regreso a su hogar. Si el Alicanto siente que el minero que lo persigue tiene ambiciones exageradas, lo llevará también al borde de un despeñadero, donde muere.
El Alicanto habita en pequeñas cuevas y pone dos huevos, de oro o de plata. Y solo aparece en la noche.


La Añañuca



La Añañuca es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece específicamente entre Copiapó y el Valle de Quilimarí, en la Región de Coquimbo. Pocos saben que su nombre proviene de una triste historia de amor...
Cuenta la leyenda, que en tiempos previos a la Independencia, la Añañuca era una flor joven de carne y hueso que vivía en un pueblo nortino. Un día, un minero que andaba en busca de la veta que le traería fortuna, se detuvo en el pueblo y conoció a la joven. Ambos se enamoraron y el apuesto minero decidió relegar sus planes y quedarse a vivir junto a ella. Eran muy felices, hasta que una noche el minero tuvo un sueño que le reveló el lugar dónde se encontraba la mina que por tanto tiempo buscó... Al día siguiente en la mañana tomó la decisión: partiría en busca del filón.
La joven desolada, esperó y esperó, pero el minero nunca llegó. Se dice de él que se lo tragó el espejismo de la Pampa. La hermosa joven producto de la gran pena murió y fue enterrada en un día lluvioso en pleno valle. Al día siguiente salió el sol y el valle se cubrió de flores rojas que recibieron el nombre de infeliz mujer.

la tirana


Según cuenta la leyenda, el origen se remonta a mediados del siglo XVI cuando el misionero mercedario, Fray Antonio Rondón, encontró una cruz cristiana en los claros del bosque del Tamarugal y ordenó construir una iglesia dedicada a la Virgen del Carmen de La Tirana en honor a la historia de amor que había protagonizado una bella pareja.
Se trataba de una princesa indígena, quien gobernaba sus dominios como una verdadera déspota tirana que mataba a todos los cristianos que llegaban al pueblo. Sin embargo, cuando la soberana conoció y se enamoró del portugués Vasco de Almeyda, a quien había condenado a muerte por su fe en el catolicismo, no pudo sino liberarlo de tal destino llegando incluso a convertirse, a través del bautismo, a la religión por él profesada.
Los enamorados vivían juntos en plena Pampa del Tamarugal, pero la conversión de la "Tirana" no agradó para nada a sus súbditos indígenas, quienes los asesinaron a ambos. La cruz simbolizaba la muerte de los enamorados bajo la religión cristiana.
En 1540 pasaba por el pueblo de "La Tirana" en fraile Antonio Rendón, encontrando una cruz, y como forma de homenajear a estos jóvenes, se construye en el lugar una capilla bajo el nombre de "Nuestra Señora del Carmen de La Tirana".
La fiesta tiene su origen en una festividad andina relacionada con la
pachamama vinculada a la Virgen de Copacabana, ya que el obrero salitrero boliviano y peruano tuvo raíces campesinas. Su origen como fiesta es minero creado por los obreros bolivianos que trabajaban en las minas de cobre y plata en Huantajaya, Santa Rosa y Collahuasi y llegaron a Tarapacá como obreros del salitre; pero en el siglo XIX la fiesta fue redefinida con el auge salitrero. Como fiesta hasta 1917 estuvo separada de las autoridades de la iglesia. Fue Monseñor José María Caro quien acercó los bailes al rito católico. A inicios del siglo XIX la fiesta se celebraba en diversas fechas como el 6 de agosto para los bolivianos, 28 de julio para los peruanos y 16 de julio para los chilenos. A partir de 1910, como parte de la chilenización de Tarapacá, se incluye esta nueva festividad en el calendario chileno un único día el 16 de julio evocando a la Virgen del Carmen patrona del Ejército de Chile.[1] Desde entonces las más diversas expresiones artísticas que tienen por finalidad homenajear a la "Chinita", apodo con el que se le conoce a la Virgen del Carmen.

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